lunes, 25 de diciembre de 2017

                               
TIEMPO DE ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA

                                                                                                                                                                                                                       
- El tiempo litúrgico del Adviento nos invita a fortalecer nuestra esperanza cristiana, fundamentada en la venida del Hijo de Dios, hecho hombre, al mundo para nuestra salvación, y a recorrer el camino a lo esencial de nosotros mismos, desde lo que hemos de configurar los valores que dan sentido a nuestra vida. Somos conscientes de que navegamos a veces atravesando la espesa niebla de la angustia en el mar de nuestra existencia.

- La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las 4 semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor. El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia. El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, que empieza el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los 4 domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.

- Esta es su triple finalidad:
       + Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

       + Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.
       + Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creído en Él, vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

- En los Evangelios, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección. Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores. En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.

                                  

                                                                                                                        

                                                                                                     Manuel Guardia






















Navidad 2017-18

Misa y cena de Navidad en el Seminario con don José Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva.



















domingo, 10 de diciembre de 2017

Encuentro de Seminarios del Sur de España 2017/18

Las  diócesis de Granada y Guadix acogen este año el Encuentro de Seminarios del Sur de España
Como cada año, los seminarios de las provincias eclesiásticas de Sevilla y Granada han celebrado el Encuentro de Seminarios del Sur de España. Concretamente, este curso les ha correspondido a las diócesis de Granada y Guadix su organización, siendo los anfitriones los seminarios San Pelagio y Redemptoris Mater de Granada y el seminario san Torcuato de Guadix.
A modo de memoria, me gustaría mostrar, desde el punto de vista de un seminarista, lo que ha significado dicho encuentro. Del mismo modo, quisiera poner de manifiesto los frutos que producen este tipo encuentros en quienes nos sentimos llamados al sacerdocio. En primer lugar, he podido constatar que, como yo, otros muchos han recibido esta vocación, respondiendo al Señor con gran generosidad. Teniendo como fundamento la vocación cristiana, no han buscado su propio interés; y, sintiéndose llamados por Cristo a dejarlo todo, lo han seguido desde el camino particular que es el ministerio sacerdotal. En segundo lugar, he logrado reconocer como nuestra madre, la Iglesia, nos llama a vivir la unidad. Una unidad que no se da en ámbitos cerrados o limitados, sino en el seno de una Iglesia que es católica, universal; que abarca mucho más que una sola diócesis, un solo carisma o movimiento, un solo seminario, etc.
Desde el seminario de Huelva partimos hacia Granada el viernes. Una vez allí, tuvimos un breve acto de bienvenida, en el que, tras exponernos la agenda del Encuentro, los diferentes rectores y formadores fueron presentado sus respectivos seminarios. Además de los seminarios que nos acogieron, se hicieron presentes los seminarios de Málaga, Sevilla, Jaén, Cádiz y Jerez. Tanto Murcia como Córdoba, excusaron su ausencia, dado que, por diferentes motivos, este año les ha sido imposible asistir.
Tras el acto de bienvenida, rezamos las vísperas, encomendadas a nuestro seminario. Presididas por nuestro rector, D. Daniel Valera Hidalgo, celebramos la memoria de san Andrés Dung-Lac y compañeros mártires. Después de la cena, tuvimos ocasión de hacer una visita por el centro de Granada.
Ya, el sábado por la mañana, tras el rezo de laudes, partimos hacia la diócesis de Guadix. Allí, comenzamos dirigiéndonos a su catedral, en la que D. Manuel Amezcua Morillas, canónigo archivero, nos hizo la presentación histórica y artística de la misma. Culminamos la visita con la celebración de la sagrada eucaristía, presidida por D. José Francisco Serrano, vicario general de la diócesis de Guadix y rector del seminario, en ausencia del obispo, D. Ginés García Beltrán, quien había asistido a la consagración episcopal del obispo de Mallorca, D. Sebastián Taltavull.
Concluida la eucaristía compartimos un ágape fraterno en el mismo Guadix. Por la tarde, visitamos las famosas cuevas de Guadix, en las que san Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, realizara una parte importante de su tarea apostólica, creando escuelas para educar a los niños más desfavorecidos y acercar el auxilio divino a los más pobres.
De regreso, en la ciudad de Granada, realizamos una visita guiada por la Abadía del Sacromonte, donde rezamos las vísperas. Luego, concluimos nuestra jornada participando en la oración vocacional que la diócesis de Granada organiza mensualmente, y que tuvo lugar en la basílica de la Virgen de las Angustias, patrona de Granada. Durante la oración pudimos adorar al Señor en el Santísimo Sacramento, finalizando con el rezo de completas.
El domingo comenzamos nuestra jornada en el Monasterio de la Cartuja de Granada. Allí rezamos el oficio de lecturas y los laudes, ambos presididos por D. Javier Martínez Fernández, arzobispo de Granada. A continuación, dando un paseo hacia el centro de la ciudad, tuvimos la oportunidad de entrar a visitar la Capilla Real, celebrando, a continuación, la Sagrada Misa en la S.I. Catedral. En ella, D. Javier, arzobispo de Granada, nos dirigió unas emotivas palabras en la solemnidad de Cristo Rey del Universo, disfrutando del hermoso canto de una coral jiennense.
Las jornadas concluyeron con un almuerzo fraterno en el seminario San Pelagio de Granada, regresando a tierras onubenses con el encargo de organizar el Encuentro de Seminarios del Sur de España del próximo año.

José María Nieto Cortes
Seminarista de 4º Curso

miércoles, 29 de noviembre de 2017

ANTE TODO… ¡LLAMADA!

          A menudo me pasa que, cuando me piden que hable sobre mi vocación, normalmente comienzo hablando sobre Dios. Y alguno podría sentirse cuestionado sobre esta forma de tratar el tema vocacional. Quizás, muchas veces, hemos incidido tanto en la vocación como elección personal, como proyecto de vida de la persona, que se ha podido difuminar el sentido de esta palabra. Y cuanto más hoy al encontrarnos en una cultura fuertemente individualista que tiende siempre a poner el acento en el «yo» como fuerza motora de todo.

            La palabra vocación viene del latín «vocatio» que significa llamada. Es por eso, que este término encaja bien con aquello que los cristianos de todos los tiempos han llamada la «vocación cristiana». Y es que esta última no es más que la llamada que hace Dios a cada persona a vivir en comunión con Él. Imagina que recibes por teléfono la llamada de un personaje importante al que admiras mucho. ¿Qué harías? ¿Qué sentirías cuando te dieras cuenta de con quién hablas? Sin duda, te parecería increíble, pero te darías cuenta de que es real. ¿Qué ocurriría si el que llama a tu vida es Dios? Sin duda, parecería más increíble aún. ¿Y si te digo que Dios llama cada día a tu vida para que vivas en el amor?

            
            Sí, ¡Dios te llama a vivir en comunión con Él!. Dios quiere que todos «tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10). La prueba de ello está en que Dios se hizo uno de nosotros, «se hizo carne» (Jn 1, 14), murió y resucitó para que podamos ser «hijos de Dios» (1 Jn 3, 1). ¡Pero vaya «suerte» tiene el ser humano: Dios lo llama a ser su hijo! Y a Dios no le bastó con querer que seamos hijos suyos, sino que, precisamente, por ser hijos suyos, quiere que cada uno de nosotros viva ese gozo de participar de su amor de una forma concreta. Es la llamada a la «vocación de vida». Y es aquí donde se sitúa la llamada al sacerdocio, a la vida consagrada y al matrimonio: llamada a vivir el ser hijo de Dios de una forma concreta porque cada uno de nosotros es único e irrepetible. Y Él mismo nos da incluso la fuerza (¡su gracia!) para responder libremente a esa llamada. Porque, ¿quién puede responder a la llamada de Alguien que es infinitamente mayor que uno mismo si Este no le ayuda? ¡Vaya locura de amor la de Dios!



            En mi caso, a través de los diferentes acontecimientos de la vida, del trato frecuente con el Señor en la Eucaristía, de la escucha de su Palabra, de personas que se han cruzado en mi camino… he podido escuchar la llamada de Dios al sacerdocio. Sí, esa es la llamada que Dios me ha hecho para vivir concretamente el ser su hijo. Visto así, ahora sí que puedo hablar de mi vocación, de respuesta, de proyecto de vida de mi persona, en tanto y cuanto es Dios el que me ha llamado, el que me ha dado su fuerza para responder y el que me sostiene cada día para seguir respondiendo cada día a la llamada a ser sacerdote.


                                                                                  Juan José Feria Toscano.
                                                                                     Seminarista de 3º curso. 




                                                                                                                     












lunes, 27 de noviembre de 2017

Encuentro de seminarios del sur de Españ en Granada

Encuentro de Seminarios del Sur de España 2017, en Granada, donde hemos participado siete seminaristas de Huelva, el Señor Rector y el Señor Formador del Seminario.





























miércoles, 25 de octubre de 2017

Bienvenidos al blog de Seminario Diocesano de Huelva

Hola, estás visitando el Blogg del Seminario Diocesano de Huelva, creado el 24/10/2017. El Seminario de Huelva es el lugar donde se preparan los futuros sacerdotes de la Diócesis de Huelva. Se forman en la Escuela Teológica San Leandro, adscrita a la Universidad Pontificia de Salamanca, y adquieren una formación práctica pastoral en distintas parroquias de nuestra Diócesis. Si tienes inquietud vocacional o quieres contactar con nosotros escríbenos a seminario@seminariodehuelva.org o también puedes llamarnos a los teléfonos: 653 16 33 68 - 638 54 89 69